Intento imponerme frente a tu plan maestro, cansada de probar y rendida a tus pies, concluyo que soy esclava de tu querer. Me desplazas de acá para allá a tu merced, llevándome desde el más oscuro vacío depresivo hasta el tope de la felicidad en un vaivén de ingeniosos movimientos. ¿Cómo reunir fuerzas para dominar este juego y no subordinarme a tu insaciable afán?
María Agustina Andrade @ 24.09.08
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